jueves, 29 de noviembre de 2018

LA IMPORTANCIA DE UNA CORRECTA EDUCACIÓN ALIMENTARIA Y NUTRICIONAL


LA IMPORTANCIA DE UNA CORRECTA EDUCACIÓN 

ALIMENTARIA Y NUTRICIONAL


Por: Juan Camilo Mesa, nutricionista dietista y microbiólogo

Twitter: @MesaConS

Web: www.eurekaciencia.com/author/mesacons

Palabras claves: educación, nutrición, promoción y prevención, estilos de vida saludable, terapia nutricional


Primero que todo, es necesario reconocer que la práctica del nutricionista dietista no se limita a la entrega de fotocopias con una lista de alimentos que se pueden o no consumir, menos cuando quien está al otro lado del escritorio es un paciente que puede tener pobre adherencia al tratamiento nutricional, presentar exceso de peso o ser de la tercera edad.

Por esta razón, inicio mi participación en este espacio con un tema que compete a todos los profesionales de la salud y corresponde a ese diálogo que se entabla con el paciente, desde la óptica del respeto y el entendimiento profundo por parte del profesional. Esto es, quizás, una destreza que se pule con la experiencia y sobre la cual no siempre se profundiza en la academia/práctica.

Luego de adentrarme en la vida laboral, me encontré con la cruda realidad de que a los profesionales de la salud (incluidos los nutricionistas) nos hace falta educar en nutrición, no sólo para enseñar a tratar alguna enfermedad por medio de la dieta, sino para transmitir conocimientos en términos de prevención. La razón del llamado a crear conciencia es sencilla y se relaciona con el hecho de que algunos pacientes llegan a consulta con el nutricionista sólo si el médico tratante lo considera prudente o necesario. Incluso, si llega al profesional en nutrición, muchas veces no se cuenta con el tiempo deseable para una consulta óptima.

Ante este tipo de acontecimientos, se cuenta con estudios que hacen hincapié en la necesidad de fomentar espacios de refuerzo de conceptos nutricionales básicos en personal de la salud ajeno a la nutrición. Esto con el fin último de detectar a tiempo posibles riesgos en el paciente y remitirlo de inmediato al profesional especializado.

Un estudio publicado por la Sociedad Europea de Nutrición y Metabolismo (ESPEN, por sus siglas en inglés) afirma que gran parte de las preguntas que recibe el médico en consulta corresponden a requerimientos relacionados con nutrición y que muchos no identifican ni intervienen correctamente a los pacientes en riesgo de malnutrición o malnutridos. Por tal motivo, ESPEN diseñó un cuestionario para que se resolviera en universidades de 57 países (incluido Colombia), y encontró que las cátedras de nutrición clínica para médicos eran obligatorias sólo en el 55,4 % de los centros educativos, además de que el 72,5 % de las universidades impartía más de 8 horas de cátedra de nutrición clínica y apenas el 45,7 % enseñaba esta materia a lo largo de todos los semestres (integración vertical). Incluso, el 66,1 % de los centros educativos reconoció que hacen falta más horas de enseñanza de nutrición clínica. El estudio concluye expresando la necesidad evidente de fortalecer la educación en nutrición en las escuelas médicas (Cuerda, Schneider & Van Gossum, 2017). 

Evidenciado este hecho, la Academia Inglesa de Colegios Médicos establece las cuatro habilidades que un médico debe desarrollar en su formación, con respecto a la nutrición: 1) entender cómo la nutrición, la dieta y la actividad física influyen en la salud y la enfermedad; 2) entender cómo la enfermedad y su tratamiento pueden comprometer la salud nutricional, 3) reconocer riesgos nutricionales y evaluar el estado nutricional; 4) ser competente a la hora de asesorar en términos de nutrición, hidratación y actividad física en la salud y la enfermedad (Broad & Wallace, 2018).

Lo preocupante del asunto es que otros autores reportan inquietantes revelaciones de dietistas alrededor del mundo. Por ejemplo, un estudio hecho en Estados Unidos mostró que los dietistas refieren falta de entrenamiento, de seguridad en la implementación de modificación de hábitos y de habilidades de motivación en los pacientes. Esto, señala el estudio, es particularmente preocupante debido a que un paciente sin motivación suficiente, a lo que se suma la presencia de barreras psicológicas por parte del profesional, no adherirá a la terapia nutricional (Notaras, Mak & Wilson, 2018).

Ciertamente, no sólo el médico debe conocer sobre nutrición. Aunque el nutricionista dietista es quien desarrolla la experiencia en su máxima expresión, todos los profesionales de la salud deben desarrollar habilidades que permitan la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad en términos satisfactorios. En Estados Unidos, por ejemplo, para 2015 se calculaban 100.000 nutricionistas, número que se ve eclipsado por los más de 3’000.000 de médicos y otros profesionales de la salud en ese entonces (Kohlmeier et al., 2015).

Para terminar, y a modo de reflexión, hago énfasis en otro estudio que afirma que los hábitos alimentarios de los profesionales de la salud se ven reflejados en la percepción y adherencia del paciente. A aquellos profesionales de la salud con excelentes hábitos alimentarios y estilos de vida saludables, los pacientes los perciben como personas creíbles y motivantes (Baute et al., 2018). ¿No son razones de peso para seguir educándonos y adquirir mejores habilidades comunicativas? Recordemos que muchas de las enfermedades crónicas de alta prevalencia y de preocupación para el sistema de salud tienen origen en estilos de vida deficientes. Para reflexionar.

Fuentes consultadas

Baute, V., Sampath-Kumar, R., Nelson, S. & Basil, B. (2018). Nutrition education for the health-care provider improves patient outcomes. Global Advances in Health and Medicine7, 2164956118795995. doi:10.1177/2164956118795995.

Broad, J. & Wallace, M. (2018). Nutrition and public health in medical education in the UK: Reflections and next steps. Public Health Nutrition, 21(13), pp. 2523-2525. doi:10.1017/S1368980018000800.

Cuerda, C., Schneider, S. & Van Gossum, A. (2017). Clinical nutrition education in medical schools: Results of an ESPEN survey. Clinical Nutrition, 36(4), pp. 915-916, ISSN 0261-5614. Recuperado de https://doi.org/10.1016/j.clnu.2017.05.001. (http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0261561417301619.

Kohlmeier, M., Nowson, C. A., DiMaria-Ghalili, R. A. & Ray, S.  (2015). Nutrition education for the health care professions. Journal of Biomedical Education, Article ID 380917, 2 pp. Recuperado de https://doi.org/10.1155/2015/380917.

Notaras, S., Mak, M. & Wilson N. (2018). Advancing practice in dietitians’ communication and nutrition counselling skills: a workplace education programJ Hum Nutr Diet31, pp. 725-733. Recuperado de https://doi.org/10.1111/jhn.12569.

2 comentarios:

  1. Muy bueno y tengo que reconocer que si falta mucha educación a todo nivel y la agremiación debería tramitar para que se faculten en prescripción para que puedan ser una puerta de entrada y no solo a través de remisión o interconsulta.

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    1. De acuerdo, Guillermo. Hay que buscar estrategias para lograr detectar esos pacientes en riesgo a tiempo, maximizando los recursos que el sistema de salud nos pone a disposición. ¡Un saludo y gracias por leer!

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